Título original:Araburu tamashii-tachiAño:(2001)DirectorTakashi MiikeIntérpretesNaoto Takenata Masaya Kato Masato Ibu Kenichi Endo Mickey Curtis Kazuya Nakayama Hakuryu Renji Ishibashi |
Después de la pequeña decepción que me supuso THE HAPPINESS OF THE KATAKURIS, Takashi Miike, vuelve a la buena forma con este, a buen seguro, clásico moderno de yakuzas. Agitator no es un homenaje directo al cine de Kinji Fukasaku (BATTLES WITHOUT HONOUR AND HUMANITY y GRAVEYARD OF HONOUR), pero comparte muchas de las características de las películas del rey de films yakuza. Buenos ejemplos son la enorme cantidad de personajes (clanes yakuza, subclanes y demás), diferentes tramas y una historia muy enrevesada, temas, como bandas yakuza transformadas en sociedades anónimas (el nuevo yakuza de negocios y con ambiciones políticas contra el viejo yakuza, fiel al código jingi). |
Se podría decir que, en ciertos aspectos, AGITATOR es una película muy política y social. Takashi nos muestra las bandas yakuza de Tokio en estado de globalización (un tema muy candente en estos momentos), tratando de tomar control de todo el mercado, fusionándose con clanes rivales. Ésto, de alguna manera es un claro reflejo, muy realista por cierto, de las maquinaciones que los zaibatsu (multinacionales) japoneses y sus compañias asociadas o los partidos políticos, con especial mención especial al partido de la derecha LDP, y sus numerosas facciones, llevan acabo.
Los personajes de Higuchi, Kunikiho y, al final, el del repartidor de pizzas (forzado a unirse al clan Higuchi, en una escena divertidísima donde se le emborracha y presenta delante del tatuador del grupo, interpretado por un graciosísimo Renji Ishibashi, para que le haga un tatuaje propio de un yakuza. A medida que la historia progresa, vemos como el tatuaje va cobrando más forma hasta que al final está completo) están caracterizados por un sentido de lealtad a sus mentores (honor y justicia, lo que en definitiva representa el llamado código jingi). Venganza es lo que motiva su oposición a la fusión de los clanes Shirane y Yokomizo. Si todas estas ideas suenan un poco anticuadas, no hay duda que lo son. Takashi, aunque simpatiza con estos personajes, nos muestra que están fuera de lugar, que son un anacronismo, una clase en extinción, como los samurais de Kurosawa en su clásico LOS SIETE SAMURAIS. Los motivos por los que se convirtieron en yakuza ya no son viables en el Japón consumista.
Takashi Miike debe de ser muy consciente de las críticas hacia la manera en que representa a las mujeres y la violencia gráfica en sus películas (ICHI THE KILLER). Sin embargo, no parece que le dea mucha importancia. No sólo eso, sino que, como he apuntado más arriba, Miike actúa en el papel del chimpira del clan Shirane que empieza la guerra. En una toma de punto de vista, muy similar a una en ICHI THE KILLER, vemos a una camarera siendo pateada. Pronto se nos revela que es el propio director el que la está propinando la paliza. Para rematar la faena, a otra camarera, a la que sus secuaces tienen agarrada en la barra, le mete un micrófono por el trasero al mismo tiempo que exclama: "¡Aquí tenemos un ano!". Guste o no, no se puede negar que Takashi Miike no sea un director ingenioso y con sentido de humor, bastante especial eso sí, al mismo tiempo que le hace la puñeta a aquellos críticos preocupados por la violencia. En otra escena que se desarrolla en una barbería, vemos a Kunikiho matar a Shirane con un machete. La imagen se hace borrosa, en puro estilo romanporno (películas eróticas), en un momento de auto censura, donde se vería el machete rajar la barriga de Shirane.
Takashi Miike nunca ha sobresalido por sus dotes narrativas (con la excepción de AUDITION). Con AGITATOR, Takashi consigue hilvanar una trama que, aunque difícil de seguir al principio por tal cantidad de personajes, poco a poco va cobrando sentido para aquellos que puedan esperar. Ésto es lo que hace de AGITATOR, un nuevo punto de partida en la carrera de este director. El estilo es más moderado, predominando las tomas largas donde se siguen las negociaciones, momentos tranquilos en los que se cuestiona lo que es ser un yakuza, sazonados con esporádicas explosiones de violencia típicas de este género. El ritmo lento de la película, gracias a la maestría de Miike, logra mantener el interés, poniendo de relieve la futilidad de las acciones de Higuchi y Kunihiko contra la alianza de los clanes y dándole un sentido de inevitabilidad y fatalismo. Agitator remata con una escena que guarda similitudes con el final de BOILING POINT de Kitano Takeshi.