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Battles Without Honor and Humanity

Título original:
Jingi Naki Tatakai
Año:
(1973)
Director:
Kinji Fukasaku
Intérpretes:
Bunta Sugawara
Tatsuo Umemiya
Hiroki Matsukata
Tsunehiko Watase
Nobuo Kaneko
Goro Ibuki
Noburo Ando
Kuniei Tanaka
Eiko Nakamura
Hiroshi Nawa

JINGI NAKI TATAKAI (título en inglés Battles Without Honor and Humanity ) fue elegida por la prestigiosa revista de cine japonés Kinema Jumpo, como una de las veinte mejores películas de la historia del cine nipo'n y, aunque ignorada en occidente, es todo un clásico en su país de origen. Battles Without Honor and Humanity y su director Kinji Fukasaku, son para el género yakuza lo que Sergio Leone es para el Western y 2001: Odisea en el Espacio de Stanley Kubrick para la ciencia ficción.

Compuesta de cinco partes, las series relatan la historia del Yamamori-gumi (clan Yamamori), desde sus inicios en la posguerra hasta principios de los setenta, reflejando el ascenso de Japón de pasar a ser un país derrotado en la segunda guerra mundial a convertirse en la segunda potencia económica del mundo. Sólo he visto la primera parte, la cual comienza en 1946 y acaba en 1956, en una destruida Hiroshima como telón de fondo. Su primera imagen, de hecho, es una fotografía del hongo atómico acompañada del sonido de la explosión y la dramática e impresionante banda sonora de Toshiaki Tsushima, usada curiosamente como tema intro por la banda de punk-rock Guitar Wolf. Una banda sonora tan efectiva como la inolvidable música de por ejemplo Masaru Sato en YOJIMBO.

En su introducción, Fukasaku nos ofrece una imagen desoladora del caos reinante en el Japón de posguerra (superando en realismo y crudeza a STRAY DOG de Akira Kurosawa o GATE OF FLESH de Seijun Suzuki) con un ejército de ex-soldados, prostitutas, timadores, mafiosos y mendigos pululando por las calles de la ciudad. Peleas por controlar el mercado negro son continuas y las escaramuzas y los conflictos entre diversos grupos de mafiosos o la sobrecogedora escena inicial en la que unos GI americanos intentan violar una chica japonesa son seguidas, como si de un documental se tratase con el habitual formato panorámico y cámara al hombro de Fukasaku y con un frenético montaje entrecortado con imágenes congeladas de los personajes de la historia con la superimposición de sus nombres en la pantalla. Todo esto hace de la primera parte de las series una de las películas más excitantes y cargadas de acción que he visto durante mucho tiempo. A Fukasaku también le gusta crear composiciones con ángulos oblicuos y utiliza una cinematografía con colores muy chillones, como el rojo de la sangre que se vierte cada dos por tres.

La historia, basada en una novela en dos volúmenes del periodista Koichi Iiboshi de las entrevistas que realizó al antiguo capo del clan Mino, Kozo Mino, se centra en el personaje interpretado por Bunta Sugawara, Shozo Hirono, un pobre bruto que todavía cree y sigue el código yakuza del jingi. Tras haber disparado a un yakuza ingresa en la cárcel donde conoce a Wakasuji (Tatsuo Umemiya) y hacen un pacto de fraternidad pero sin el ceremonial conveniente, burlándose involuntariamente de toda la parafernalia requerida en este evento (en vez de beber sake para cerrar el pacto, beben su propia sangre). Wakasuji se raja el vientre, en puro estilo seppuku, para ser trasladado al hospital.

Con JINGI NAKI TATAKAI Fukasaku subvierte las convenciones del género yakuza y se mofa de la mitología que rodea a los yakuza. Para Fukasaku los yakuza no son samurais modernos, como los interpretados por Ken Takakura, quien pelea al final de cada película en solitario y sólo armado con una espada samurai contra los yakuza "malos", armados hasta los dientes con todo tipo de armas. Otra escena donde el ceremonial yakuza se toma a coña es cuando Hirono se pelea con un miembro de una banda rival y debe proceder con el rito de contarse el dedo men~ique (yubitsume) y presentarlo envuelto en un pañuelo blanco al oyabun (padrino) de la banda rival para así apaciguar la ira de su propio jefe. Hirono, aunque fiel al código yakuza, no tiene ni idea de como ejecutar este acto y, tras las instrucciones de la mujer de Yamamori, aunque acaba cortándolo, éste sale disparado al jardín donde las gallinas empiezan a picotearlo (es curioso como Kitano Takeshi también usa este ritual yakuza en BOILING POINT pero de una manera más salvaje y cómica). Esta escena es de partirse de risa pero aún más cuando Hoshino le ofrece el dedo al oyabun de la banda rival y éste simplemente dice que no necesitaba llegar a tales extremos por una pelea sin importancia.

En las películas de Fukasaku no hay yakuzas de honor sino gángsters sanguinarios, traicioneros, sin escrúpulos y avariciosos (quizás un retrato más realista de este grupo). Los oyabun no son los benefactores de la comunidad y defensores del débil, como aparecen en muchas otras películas del género más convencionales, sino hombres avariciosos quienes intentan ganar el apoyo tanto de políticos como de las fuerzas de ocupación americanas a la vez que negocian con drogas, prostitución y apuestas. Poco a poco también empiezan a mezclarse en negocios más respetables (inmobiliarias, urbanizaciones, etc.), como los gángsters en la película de John Boorman A Quemarropa. El oyabun de Hirono recurre al lloriqueo y se pone de rodillas en frente de sus subordinados para conseguir su perdón tras haber intentado estafarlos, algo impensable en otros films yakuza. El idealista Hirono, ligado a su giri, se sacrifica por Yamamori asesinando al jefe del clan Doi y acabando de nuevo en prisión. Pero como su amigo Sakai le dice, para el clan Yamamori (y todos en general) el código yakuza o jingi no significa nada.

Si una de las curiosidades de El Padrino de Coppola había sido que incluía en su reparto a mafiosos reales, Battles... hace lo suyo incluyeno entre otros al famoso yakuza convertido a actor Noburo Ando (quien por cierto, acaba de protagonizar una nueva película basada en sus memorias JITSUROKU ANDO-GUMI GAIDEN: GAROU NO OKITE (algo así como La verdadera historia del clan Ando: Reglas del Lobo Hambriento) quien apareció en más de 51 películas entre los 60 y 70 y quien en Battles... interpreta al traicionero Kambara.

En pocas palabras Battles es todo un clásico, una experiencia increíble.

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©Joaquín da Silva, 2002