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Bizan



(2007)
Título japonés:
Bizan
Director:
Isshin Inudo
Intérpretes:
Nanako Matsushima
Takao Osawa
Nobuko Miyamoto
Ken Kaneko
Aya Enjoji
Hirotaro Honda
Takeo Nakahara
Manami Kurose

Sakiko Kono (Nanako Matsushima) es una agente de viajes completamente dedicada a su trabajo, muy estricta y con pocas palabras de elogio para sus compañeros de trabajo. Unos días antes del comienzo del famoso festival Awa Odori en Tokushima, su ciudad natal, Sakiko recibe una llamada comunicándole que su madre, Ryuko Kono (Nobuko Miyamoto), ha sido ingresada en el hospital. Ryuko es una típica edokko (tokiota), aunque lleva viviendo en Tokushima desde hace más de veinte años, directa y sin pelos en la lengua. Cuando Sakiko la visita en el hospital, ésta le está dando un buen correctivo a una enfermera. Desde su época en el bachiller la relación entre Sakiko y su madre se fue distanciando considerablemente ya que su madre nunca ha querido revelar el nombre de su padre a quien Sakiko nunca ha conocido. En el hospital Sakiko conoce al doctor Daisuke Terasawa (Takao Osawa). Éste le informa que su madre sufre de un cáncer terminal y que sólo le queda unos meses de vida. También le hace saber que su madre ha donado su cuerpo para estudios médicos. Durante su estancia en Tokushima, Sachiko comienza una relación con Daisuke y, a través de las cartas que su padre había escrito a su madre, una reconstrucción de su pasado para lograr un mejor entendimiento de su madre.

Dos elementos sobresalen considerablemente en BIZAN, historia inspirada en el best seller del escritor y también cantante de folk Masashi Sada, quien colaboró en el guión. El primero de ellos es la escena final en la que 12,000 extras fueron usados para recrear el famoso Awa (antiguo nombre de la ciudad de Tokushima) Odori (baile). Isshin Inudo (MAISON DE HIMIKO) reconstruye perfectamente el ambiente festivo de este baile que dura toda la noche y transmite una explosión de música y colorido muy contagiosa. Sin duda un buen reclamo publicitario gratuito para la campaña Yokoso Japan (Visit Japan Campaign) que la dictadura LDP, a través del Japan National Tourist Organization, está intentando promover. El otro es la presencia de la actriz Nobuko Miyamoto tras un parón de 10 años. Su interpretación es impecable y su presencia tan demoledora que cuando falta en pantalla el largometraje baja enteros. Su personaje es una reafirmación de mujer combativa, provocadora pero recta que nunca sirve como ejemplo del ideal de la mujer japonesa. Este contraste es tan marcado, sobre todo si consideramos el patetismo melancólico de las lecturas de las cartas y los consiguientes flashbacks, que el supuesto clímax del baile llega demasiado tarde. Estos derroteros excesivamente cursis por los que nos guia Inudo, mandarán a algunos al lavabo con arcadas pero a buen seguro harán vibrar de emoción a las seguidoras de la Korean New Wave y sus protagonistas Bae-Yong Joon, Dong-Kun Jang, Byung-hun Lee y compañía.

El mensaje final del largometraje no podía ser más reaccionario. Si bien el adulterio del padre de Sakiko, casado con otra mujer, se tolera e incluso se intenta embellecer a través de colores sepias y epístolas marcadas por un romanticismo baboso, la madre de Sakiko acaba diciéndole a su hija, a punto de entrar en la treintena, que ya es hora que se busque a un hombre, mejor si es de Tokushima, y que regrese a su ciudad natal. Y es que solo un hombre de la tierra podría ablandar su carácter y hacerla recapacitar sobre su madre. Sakiko comenzará su pequeña penitencia recorriendo los lugares por los que su madre y su padre solían caminar para abrir su corazón.

Isshin utiliza un buen número de planos largos, reservando los planos cortos para el rostro de Matsushima, e incluso intenta imitar ¿inconscientemente? un famosísimo tracking shot de Kenji Mizoguchi en THE STORY OF THE LAST CHRYSANTHEMUMS. Pero mientras que en este clásico de Mizoguchi la cámara se encuentra en la misma orilla del canal por donde camina la pareja protagonista y en contrapicado, en BIZAN, Inundo situa la cámara en la otra orilla de un canal y desde una posición elevada siguiendo el paseo de Sakiko y Daisuke. Otro diferencia, más técnica, es que mientras que el desplazamiento de la cámara en el largometraje de Mizoguchi es tan delicado que parece estar flotando, en BIZAN se mueve a trompicones. Está claro que BIZAN ha sido un trabajo de encargo, una de esas adaptaciones de best sellers a las que el cine japonés recurre constantemente. Esperemos que Inudo lo haga mejor la próxima vez o algunos quedarán muy, muy decepcionados.

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©Joaquín da Silva
Fecha de Publicación: 16/06/2007