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Bushi no Ichibun


Título en inglés:
Love and Honour
Año:
(2006)
Director:
Yoji Yamada
Intérpretes:
Takuya Shimura
Rei Dan
Mitsugoro Bando
Takashi Sasano
Kaori Momoi
Ken Ogata

Realmente no tenía la intención de escribir una reseña sobre BUSHI NO ICHIBUN (título que podría ser traducido como el honor del samurai), principalmente porque no ha sido una película que me haya impresionado lo suficiente para tomarme la molestia. No obstante, y después de ya pasada más de una semana desde su estreno nacional, las reseñas de los dos críticos en habla inglesa más respetados del cine japonés residentes en el país, Aaron Gerow (crítico del The Daily Yomiuri) y Mark Schilling (crítico del The Japan Times), no podían haber sido mas opuestas. Con el tiempo veo que el largometraje va a crear divisiones considerables y así me ha parecido oportuno sumarme a la "controversia" y echar un poco de leña al fuego.

La historia de BUSHI NO ICHIBUN se desarrolla de la siguiente manera. Shinnojo Mimura (Takuya Kimura) es un samurai de clase baja casado con Kayo (Rei Dan) y que trabaja de dokumiyaku (una especie de maestresala encargado de probar la comida de su señor para garantizar que no esté envenenada). Como le explica a su mujer al comienzo del largometraje su trabajo es de lo más sencillo. Sin embargo un día prueba un poco de marisco no demasido fresco que le hace perder la vista. Abandonado por su familia quienes no "consiguen" ponerse de acuerdo en como ayudarlo, su mujer recurre al noble samurai Toyo Shimada (Mitsugoro Bando) para que la ayude. Desde hace años Shimada le había puesto el ojo y decide socorrerla pero como le dice: "tada dewanai zo" (no te va a salir gratis). Cuando Mimura, a través de su criado Tokuhei (Takashi Sasano), se entera de esta infelidad echa a su mujer de casa. El siguiente paso es reparar su honor y concertar un duelo con Shimada, aun cuando este último es uno de los espadachines más diestros del clan.

¿Es Yamada un manipulador de emociones como dice Gerow? Quizá pero no son la mayoría de los realizadores manipuladores. Manipulador o no, ciertamente Yamada ha realizado el largometraje más melodramático de la trilogía basada en historias del escritor Shuhei Fujisawa. Y también está claro que esta característica y la elección de Kimura, elegido por la revista femenina An-an y por décimotercer año consecutivo como el hombre más apuesto de Japón, como protagonista estaba en las mentes de los productores del largometraje para atraer al público femenino pero no a las adolescentes que acudieron en masa para ver SEKAI NO CHÛSHIN DE AI NO SAKEBU o la más reciente NADA SÔ SÔ. El ídolo de colegialas no es Kimura pero gente más jóven como Kazuya Kamenashi o Jin Akanishi del grupo KAT-TUN o Teppei Koike del dúo WaT. Kimura ya tiene 34 años y ha madurado, como también ha madurado su grupo de seguidoras a quienes se las puede encontrar incluso rondando los cincuenta. El cine de Yamada está por lo general orientado hacia la gente de mediana edad. El público masculino ve a estos samurais como a los antepasados de los actuales salariman haciendo el mismo tipo de trabajo aburrido, siendo leales a su clan/compañía y sometidos a los caprichos de sus señores/superiores. En las mujeres de estos samurais, ven a la mujer ideal (ficticia como las mujeres de los largometrajes de Ozu), fieles a sus hombres a quienes ayudan, apoyan y consuelan en todo momento.

A pesar del notable intento que Kimura realize par dar vida al personaje de Mimura, su logro es limitado por la poderosa imagen de su persona fuera de la pantalla. Personalmente tampoco puedo concebir el rostro de Kimura en una película histórica. Su perfil me parece demasiado contemporáneo. La actuación de Kimura, aun cuando no es del todo mala, lleva las de perder si la comparamos con las realizadas por Masatoshi Nagase en KAKUSHI KEN ONI NO TSUME (The Hidden Blade) o Hiroyuki Sanada en TASORAGE SEIBEI (The Twilight Samurai). Gente japonesa a mi alrededor me ha comentado la errada imitación del acento de la región norteña de Tohoku, donde se desarrollan las tres historias, que realiza Kimura si se la compara por ejemplo con la de Nagase.

No hay duda de que BUSHI NO ICHIBUN es un melodrama para adultos y Yamada consigue por los pelos elevarlo por encima del drama histórico de calidad del canal público NHK. Pero sinceramente se le va la mano con el número de escenas lacrimógenas. Yamada, para intensificar estos momentos, utiliza numerosos primeros planos de la pareja acompañando el diálogo fatalista de Kayo (¿Qué será de mí si decides suicidarte? Soy huérfana y no tendría a nadie a quien acudir, le dice Kayo a su marido en uno de estos interludios culebreros). En varias escenas Kayo y el propio Toukei le piden a Mimura que no los miren de esa manera tan tenébrosa a lo que Mimura responden que cuantas veces les tiene que decir que no los puede ver. No conformes con estas técnicas manipuladoras y para asegurarse de que el público empiece a sacar los pañuelos, Yamada, en planos medios, coloca al borde de la pantalla a Toukei de rodillas, cabizbajo, escuchando el diálogo de sus señores y conteniendo las lágrimas. De esta manera Toukei se convierte en el elemento conector entre el público y la pareja, en el apuntador visible, en el cheerleader para instigar a la audiencia a llorar a gusto.

Demasiado articifiosos y forzados me parecen también momentos en los que por ejemplo la pareja, después de que Mimura haya perdido la vista, está contemplando el baile de luciérnagas noctunas en frente de su casa. O como, poco a poco, la casa se va cayendo a pedazos y el tiempo fuera de ella empeorando tras la marcha de Kayo. Afortunadamente no todo es puro sentimentalismo y artificialidad en BUSHI NO ICHIBUN. Como en sus otros dos largometrajes, Yamada prefiere escenas realistas en duelos de espadas, lo cual, con su predilección por samurais de clase humilde en trabajos sin mérito y divididos entre el deber y sus sentimientos personales han hecho que mucho críticos lo hayan descrito como un revisionista del género del jidai-geki. La escena en que Mimura, ya invidente, y su antiguo maestro de esgrima, interpretado por Ken Ogata, practican para el duelo a muerto es de altísimo voltaje emocional sin ningún tipo de artificio. Si para algunos la revelación del largometraje es la principiante Rei Dan, actriz del teatro Takarazuka, yo personalmente me decanto por la interpretación de (Takashi Sasano) en su papel de Tokuhei, el cual con su carácter taciturno que no obstante proporcionada algun que otro respiro cómico parece salido de una película de Akira Kurosawa, como por ejemplo el tabernero en YOJIMBO.

El principal problema de BUSHI NO ICHIBUN es que Yamada se repite. Se repite sin originalidad y sin mejorar. Yamada ciertamente tiene talento, algo tendría que haber aprendido tras una carrera cinematográfica de más de cuarenta años, pero no es Ozu, él si que sabía como mejorar su tofu. No obstante y a raíz del éxito internacional obtenido por TASOGARE SEIBEI muchos críticos no han perdido la oportunidad en subirse al carro del fenómeno Yamada y proclamarlo como un meisho (maestro). A esta gente les pediría que se traguen los 48 Tora-san largometrajes que realizó en un espacio de 25 años, interesantes para un estudio sociohistórico de la era Showa de la posguerra.

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©Joaquín da Silva
Fecha de Publicación: 11/12/2006