Inicio ¦ Editorial ¦ Cine Japonés ¦ Cine Asiático ¦ Noticias ¦ News ¦ Cronología¦ Artículos ¦ Glosario ¦ Enlaces¦ Festivales

Jigyaku no Uta



(2007)
Título inglés:
Happily Ever After
Director:
Yukihiko Tsutsumi
Intérpretes:
Miki Nakatani
Ayumi Ito
Abe Hiroshi
Toshiyuki Nishida
Kenichi Endo
Maki Carrousel
Raita Ryu
Shigeru Saiki
Mister Chin
Yuko Natori
Norihito Kaneko
Yoshikazu Ebisu
Suzuki Matsuo

Desde que su madre la abandonara de pequeña la mala suerte y la pobreza ha acompañado a Yukie Morita (Miki Nakatani) a todas partes. Por eso desde niña sólo ha pedido un poco de felicidad en su vida. Cuando cursaba estudios de bachillerato en su provincia natal de Miyagi en la región norteña de Tohoku su padre Ieyasu (Toshiyuki Nishida) fue detenido en su casa y llevado, aun en ropa interior, por la policía tras haber robado un banco para ir de viaje a Hawai con su nueva amante. Este incidente hizo incluso más miserable su vida en el colegio. Tras una etapa en Tokio, termina viviendo con Isao Hayama (Abe Hiroshi) en la pensión Tobita de un barrio antiguo cercano a la torre Tsutentaku de Osaka. El cariño que Yukie siente por Isao no es correspondido por éste, o al menos no es exteriorizado. Mientras que Yukie trabaja como una burra en la taberna Asaki cuyo dueño (Kenichi Endo) está loco perdido por Yukie, Isao y sus amigotes se gastan en el pachinko el poco dinero que Yukie gana .

Tras incontables decepciones que las ofertas del nuevo cine japonés han deparado por fin llega un trabajo del que merece la pena hablar y recomendar. Pero no empecemos a lanzar cohetes y seamos un poco cautos. JIGYAKU NO UTA no es ni mucho menos una obra maestra pero puesta en perspectiva con el resto de cine mainstream japonés, JIGYAKU NO UTA se perfila como una de las candidatas a las mejores, o por lo menos más entretenidas, cintas del año. No obstante, algunos, rápidos a la referencia fácil citando a KIRAWARE MATSUKO NO ISSHO y cegados quizá por la pirotecnia visual de esta última, piensen de otra manera.

Y es que en un país donde una buena parte de la población se esconde tras una fachada de maquillaje, ropa y bolsos de marca, de pelo engominado y visitas al peluquero cada dos semanas, de lentillas de colores (las cuales posan riesgos para la vista científicamente y tardíamente comprobados) y uñas postizas, de sonrisas profiden y cejas depiladas; donde dramas de televisión y largometrajes nos presentan con historias de amor nauseabundamente empalagosas entre una pareja de muñecos de cerámica que finalizan con el preámbulo a un beso final, censurado por un fade-out, que solo se fructifica en la imaginación de los espectadores para mantener la pureza de la relación; donde en largometrajes nada importa más que la imagen del cantante de J-pop o el ídolo juvenil, del talento de televisión, de la modelo o de la gurabia idoru (modelo gravure) que se convierten en sus protagonistas predecibles para expandir su carrera sin talento y ganar unos yenes fáciles para las productoras, por fin, repito, por fin se agradece un trabajo con personajes que rebosan en humanidad y prescinden de máscaras, personajes interpretados por actores que ponen un poco de empeño en su trabajo.

Para la adaptación del manga de Yoshie Gouda publicado entre 1985 y 1990, realizador Yukihiko Tsutsumi y actriz Miki Nakatani vuelven a reunirse tras su anterior colaboración en el drama de televisión KEZOKU: UNSOLVED CASES emitido entre 1998 y 1999 por el canal TBS. De la misma manera, Tsutsumi vuelve a solicitar los servicios de Hiroshi Abe con quien ha coincidido en las dos entregas de TRICK, FORBIDDEN SIREN y más recientemente TAITEI NO KEN. El papel de Nakatani, para los estándares de la típica actriz de películas mainstream, es exigente y, en mi opinión, supera a su interpretación en la citada KIRAWARE MATSUKO NO ISSHO. Nakatani aparece sin maquillaje, con un superlunar en la nariz y luciendo ropa de kyushoku obachan (señora de la cocina) para cumplir su palabra de que ya no actúa para satisfacerse a sí misma sino que para satisfacer al público. Por su parte, aunque Hiroshi Abe, curiosamente antiguo modelo, apenas habla en el largometraje, su presencia física adornada con un peinado panchipama (pelo corto y rizado asociado con la mafia japonesa) justifica con sobras su elección para el personaje de Isao. Sin ser un actor que impresione por sus cualidades interpretativas hay que reconocer el mérito en la variedad de papeles que ha interpretado en los últimos 3 o 4 años, solo comparable a la carrera reciente de Etsushi Toyokawa. El resto del reparto es sublime, en especial Toshiyuki Nishida, perfecto con su acento de Tohoku, y Kenichi Endo, quien para satisfacer su libido visita un prostíbulo donde trabaja una tal Yukie a la que le pide apagar las luces pues no se parece en nada a su amor platónico.

Y ahora volvamos a esas similitudes de las que algunos críticos comentan entre KIRAWARE MATSUKO NO ISSHO y JIGYAKU NO UTA. Bueno, las dos no piensan más que en alcanzar una vida mejor y las pasan canutas en su respectivos largometrajes. ¿Y las diferencias? Innumerables. Matsuko salta de una mala relación a otra al encuentro de su príncipe azul. Yukie ya lo ha encontrado. Matsuko vive en un mundo de fantasía, Yukie tiene los pies firmemente anclados en el suelo. Matsuko termina la película como un tonel y de mala hostia, el futuro de Yukie es más esperanzador. Matsuko es maltratada y abusada físicamente por muchos de sus hombres, Isao, aunque temperamental nunca le pone la mano encima a Yukie. Es principalmente el chabudai (mesita baja) el que termina por pagar los ataques de ira de Isao. Éste vuelca la mesilla (chabudai-gaeshi) en varias ocasiones, y cuando la mesa es apuntalada al tatami, Isao lo arranca literalmente dejando ver a un par de ratas que huyen despavoridas.

Estas escenas de chabudai-gaeshi (vuelcos de mesillas) sirven como introducción de los personajes adultos de Isao y Yukie y forman la esencia del humor del largometraje. ¿El motivo de estos chabudaigae? En una escena Isao trata de echar un poco de aceite de soja en su repollo y derrama todo el contenido de la botella por culpa de un tapón mal enroscado, en otra al conocer la estafa del precio de una caja de sashimi que Yukie ha comprado para calmarle por el incidente del aceite de soja y en una más cuando Yukie le dice que las visitas al pachinko no son una forma de trabajo. Estas escenas son sólo el comienzo de una larga lista de gags extraídos del manga los cuales adquieren un ritmo bastante fluido durante la mayor parte del largometraje. Sólo en el tramo final el ritmo se acelera y las imágenes de tres eras diferentes, la marcha de Yukie de su pueblo natal, el encuentro de Yukie y Isao en Tokio, y la hospitalización de Yukie, se apelotonan un tanto descontroladamente. No obstante la despedida entre Yukie y su amiga de bachiller Kumamoto es honesta y extremadamente conmovedora y se eleva como uno de los mejores momentos de la cinta.

Ni que decir tiene que el director Tsutsumi no nos está proponiendo una comedia con una clara agenda social, tampoco pienso que este capacitado para ello. El estudio de los personajes en JIGYAKU NO UTA no es extraordinariamente revelador y sus problemas y miserias sirven como blanco de muchas bromas. No obstante el film toca temas como el de que ser pobre (bimbo) en Japón, o más concretamente pobre de mierda (bimbo kusai) es un estigma que no solamente ocasiona vergüenza sino que también sirve como un pretexto más para el abuso (ijime) institucionalizado que existe en la escuela y el trabajo. Indirectamente el film también revela un problema, el del working poor, que se ha agudizado recientemente en un país donde en el pasado reciente se enorgullecía de un espejismo social donde todo el mundo era de clase media. El buen trabajo de los actores convierten a estos personajes del manga en seres de carne y hueso que, sumado a lo anterior, alejan a JIGYAKU NO UTA de productos televisivos y excusas cinematografícas para ídolos juveniles cuyos relatos de miserias y pesadumbres son depurados para consumo popular en parte para no amargar la fiesta de los espectadores con temas depresivos y por la incapacidad de éstos a mirarse al ombligo y ver ciertas realidades del país.

Volver al inicio de la página

©Joaquín da Silva
Fecha de Publicación: 18/11/2007