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Kawa no Soko kara Konnichiwa



(2010)
Título en inglés:
Sawako Decides
Director:
Yuya Ishii
Intérpretes:
Hikari Mitsushima
Masashi Endo
Kira Aihara
Ryo Iwamatsu
Kotaro Shiga
Miyoko Inagawa

Sawako (Hikari Mitsushima) lleva cinco años en Tokio habiendo cambiado de trabajo cinco veces y otras tantas de novio. Es humillada constantemente en su trabajo actual en una compañía de juguetes donde es ordenada hasta limpiar la orina de mocosos que sirven de conejitos de indias para probar las posibilidades de éxito de nuevos productos. Su nueva relación sentimental con Kenichi (Masashi Endo), padre divorciado al cargo de una niña, Kayoko (Kira Aihara) y más interesado en llevar una vida eco y calcetar jerseys, no sirve para nada para calmar las aflicciones que la consumen, por lo que encuentra un pequeño refugio en sesiones de hidroterapia de colon, convencida de que incluso le podrán ayudar a evacuar sus dolorosas experiencias amorosas. Su vida parece que va a dar un cambio radical cuando recibe la llamada de su tío (Ryo Iwamatsu), quien le pide que regrese a su pueblo y tome la riendas de la factoría de shijimi (corbicula, un molusco de agua dulce usado normalmente en sopas) tras la hospitalización de su padre (Kotaro Shiga) con cirrosis terminal. Las dudas iniciales de un regreso a casa tras cinco años son resueltas por Kenichi quien deja (¿es despedido?) su trabajo en la misma compañía de Sawako para acompañarla a su pueblo natal y hacer realidad su sueño de una "eco-life". Ya en el pueblo, Sawako es recibida con todo tipo de abusos verbales y la falta de cooperación de las empleadas de la factoría, quien no paran de recordarle que es una kakeochi (fuga de novio), cuando tras finalizar el instituto se escapó a Tokio con el capitán del club de tenis.

Una vez más me veo atraído por una historia sobre los makegumi (grupo de perdedores), pues su rareza encarnando a papeles protagonistas justifica por lo menos un visionado. Si a esto le sumamos un guión original y perspicaz, otra rareza en el panorama del cine nipón, y unas interpretaciones consistentes, tendremos ante nosotros uno de los mejores trabajos del año pasado, aunque, por supuesto, no del gusto del todo de algunos. He leído en alguna crítica que el largometraje no cuestiona el status quo y propugna un derrotismo agresivo. Si se ha prestado la suficiente atención al comienzo del largometraje uno reconocerá en Sawako el prototipo de una buena parte de la juventud japonesa con una conciencia social y política cero. Su respuesta a los problemas del efecto invernadero o la crisis financiera global en una conversación con dos compañeras de trabajo es shoganai ne ("¿Qué se la va a hacer?" o "No hay remedio"), replica que le sirve de comodín para todo tipo de problemas sociales e incluso para su desastrosa situación personal. Una persona con tal nula percepción, o más bien falta de interés, de la sociedad en la que vive, difícilmente se verá capaz de proponer una alternativa a la actual situación social y económica japonesa.

Para realizar una mejor y objetiva evalución del largometraje es preciso encuadrarlo primero dentro de su contexto industrial, esto es el cine japonés, creador de fantasías y siguiendo unas pautas estructurales repetidas hasta la saciedad, modelo Hollywood. Un cine japonés promotor consumado de jóvenes cantantes, modelos y talentos sin lunares y esplendorosamente vestidos a la última moda, aun cuando viven en apartamentos sin casi calefacción (ver BANDAGE). Un cine japonés que se ha hecho incluso con los servicios del niño mimado de los fans más freakis de este cine, Takashi Miike, para dejarle rodar un par de bromas e ideas marcas de la casa, reminiscencias de su pasado más creativo y despreocupado, pero siempre para la gloria de los últimos ídolos de turno (ejemplos CROWS ZERO, YATTERMAN, CROWS II o ZEBRAMAN 2). En KAWA NO SOKO KARA KONNICHIWA, vemos como el largometraje funciona como una reacción, quizás una crítica inconsciente, a este tipo de cine, principalmente si tenemos en cuenta que su actriz principal, Hikari Mitsushima, comenzó su carrera artística como miembro de un grupo de pop y más tarde gravure idol, pasado del que parece pretender alejarse dada su elección de papeles.

La crítica mencionada también hace eco de las palabras de Sawako, quien admite sin ninguno tipo de pudor, ser una persona por debajo de la media (chu no ge), y por eso debe aguantar con un marido mediocre por el resto de su vida. Una toma pesimista, reaccionaria quizás, pero más honesta y factible que las nauseabundas adulaciones (kobiru o alabar es casi un deporte nacional en Japón) de por ejemplo Yu Aoi en el reciente largometraje YOGASHITEN COIN DE RUE hacia un todavía joven pastelero, Yosuke Eguchi, retirado del negocio por decisión propia, a quien suplica retomar su trabajo pues a través de él logra hacer felices a muchas personas. Aún más, en una sociedad en la que se mira con recelo y casi desprecio a aquellos incapaces de obtener un trabajo tan pronto como han finalizado la carrera universitaria o aquellos que deambulan de trabajo en trabajo sin adquirir una formación profesional (los llamados freeters), KAWA NO SOKO KARA KONNICHIWA es una reivindicación, no a la mediocridad o al fracaso, sino a la gente honrada que no ve la necesidad de llevar una vida de película, un homenaje, en clave de humor negro, a una gran parte de la sociedad que non son mejores ni muchos menos únicos, sino más bien regularcitos, o incluso menos que eso como se auto-confiesa Sawako en repetidas ocasiones. En otra crítica, con la que estoy plenamente de acuerdo, se menciona una canción de Noriyuki Makihara titulada Sekai ni Hitotsu Dake no Hana, en la que se anima a no convertirse en el mejor si no en el único. Este mismo moto aparece en el libro de texto inglés de segundo de secundaria (New Horizon 2) para contar la vida del cantante ciego Tsutomu Aragaki, cuya unidad reza en inglés "Try to be the only one, not just number one.". Algo que virtualmente no existe y que se me antoja un tanto hipócrita en una sociedad que trata borrar cualquier vestigio de individualidad o diferencia, manteniendo una clara diferencia con los no-japoneses eso sí, al servicio de la economía del país. Japón es un país de numerosas contradicciones y el director Yuya Ishii vislumbra algunas de ellas en clave de humor negro. Por su parte, el maravilloso elenco da vida a un grupo de personajes pintorescos que irradian tanta rusticidad como humanidad y humor.

Sawako recurre a su frase favorita de shoganai para esforzarse en la vida y revitalizar el negocio. No hay más remedio que luchar y aguantar el temporal le confiesa a la pequeña Kayoko, a la que ahora cuida tras la escapada temporal de su padre a Tokio con una trabajadora de la fábrica. Sawako reconoce y acepta sus limitaciones, para muchos un signo de derrotismo, pero su padre ve el lado peleón de su hija a la que admire a pesar de haber abandonado el hogar cinco años atrás. La guinda de esta deliciosa cinta llega cuando Sawako lanza un mensaje político en la nueva canción que compone para la compañía en la que ante la subida continua de impuestos y la llegada de una crisis económica urge empacar shijimi hasta el derrocamiento del gobierno a la vez que alaba la vida divertida que llevan los que están por debajo de la media.

Por su puesto, el cine en todas sus manifestaciones es un producto industrial y precisa de ser vendido. Carteles publicitarios, bandas sonoras, DVDs y demás productos comerciales, son una parte tan intrínseca de la recaudación de una película como la entrada de admisión a la sala de cine. En Japón, apogeo del consumismo más salvaje y donde toda empresa pública o privada, exhibición, festival, equipo profesional de béisbol, fútbol y otros deportes necesitan una mascota kawaii para sacar unas perras más vendiendo muñequitos o accesorios de móvil, algunas películas hasta pueden ayudar a impulsar otros negocios con poca o ninguna conexión con el mundo cinematográfico. Quizás la mencionada YOGASHITEN COIN DE RUE incluso podría incitar a alguno a coger las maletas y emigrar a París para aprender el oficio de patissier. Otros largometrajes, financiados parcialmente por autoridades regionales, funcionan como guías turísticas para impulsar el turismo en ciertas zonas del país. Tomad como ejemplo NORUWEI NO MORI, versión cinematográfica de la novela del mismo título de Haruki Murakami, rodada en la comarca de Kamikawa en la prefectura de Hyogo, donde se ha creado una ruta bien señalizada donde fueron rodadas algunas escenas claves del largometraje. No entiendo como mi ciudad natal de Ourense no ha puesto carteles indicativos en las Rúas das tendas o Hernán Cortés donde se filmaron varias escenas de LOS GIRASOLES CIEGOS. Veremos si con KAWA NO SOKO KARA KONNICHIWA tal vez se incremente las ventas del shijimi, aunque más bien lo dudo.

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©Joaquín da Silva
Fecha de Publicación: 28/02/2011