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Keiho

Título original:
39 keiho dai sanjukyu jo
Año:
(1998)
Director:
Yoshimitsu Morita
Intérpretes:
Kyoka Suzuki
Shinichi Tsutsumi
Ittoku Kishibe
Toru Emori
Hideko Yoshida

"Las acciones de una persona que ha perdido su capacidad mental no deben ser castigadas"

"El castigo por las acciones cometidas por una persona física o mentalmente incapacitada debe ser reducido"

Artículo 39 del Código Penal Japonés


Osamu Hatada y su mujer han sido asesinados, aparentemente, por el actor de teatro Masaki Shibata. El motivo parece haber sido que la mujer criticó en voz alta la interpretación de Shibata durante uno de sus monólogos. Durante un test mental un psiquiatra, Toru Emori, lo diagnostica con doble personalidad y pronuncia que la otra personalidad de Masaki cometió el crimen. Su asistente Kafka Ogawa (Kyoka Suzuki en su debut en la gran pantalla) no queda demasiado convencida con el diagnóstico de su mentor y, con la ayuda del detective Nagoshi (el siempre excelente Ittoku Kishibe), quien está a cargo del caso, decide conducir su propia investigación. Kafka descubre que la víctima, Osamu Hatada, a los quince años había matado a una niña pero fue diagnosticado como incapacitado mental y puesto en libertad amparado en el artículo 39 del código penal japonés. Kafka también descubre que la niña en cuestión era la hermana pequeña de Masaki Shibata, quien ahora está intentando vengarse del sistema judicial, el cual le había fallado con anterioridad.

Yoshimitsu Morita (director del clásico moderno FAMILY GAME (Kazoku Geimu, 1984 y de la película de culto en Japón LOST PARADISE (Shitsurakuen), la cual, en 1997, se convirtió en la segunda película más taquillera del año, sólo por detrás del bombazo de PRINCESS MONONOKE (Mononoke Hime), nos brinda un complicado thriller psicológico con una trama muy retorcida. KEIHO (literalmente código penal) funciona como una crítica convincente del mencionado artículo y pone en tela de juicio la precisión y fiabilidad de psiquiatras cuando evalúan la condición mental de criminales. Así, el inspector Nagoshi le dice a Kafka que la policía arresta a los criminales, la justicia los sentencia y los psiquiatras los ponen en libertad alegando trastornos mentales.

La elección del nombre Kafka para la protagonista es una clara metáfora de una mujer perdida en el mundo burocrático de la justicia y sus pactos secretos. Kafka se da cuenta de la incompetencia de su mentor, quien siempre utiliza el mismo tipo de cuestionario para evaluar a cualquier tipo de pacientes. Kafka decidió estudiar psiquiatría para tratar de aclarar por qué su padre la dejó a ella y a su madre y acabó matando a un hombre, quien su madre había dicho que no la caía bien. Kafka resuelve los dos misterios y llega a la conclusión de que la acumulación de información en procesos psiquiátricos no es suficiente para tratar de entender el comportamiento de una persona. Una posición más subjetiva también es necesaria.

KEIHO tiene momentos escalofriantes, como por ejemplo, cuando Shibata cambia de personalidad durante un test y trata de estrangular a Kafka. Para ello el director crea composiciones de ángulos muy extremos y utiliza un montaje rapidísimo. En la primera parte del largometraje, Morita también hace un uso muy inteligente de flashbacks para recontar el pasado de Shibata. Estos flashbacks ponen en marcha la trama de la película. Pero una vez que la investigación llevada por Kafka progresa, empezamos a descubrir que todos, con la excepción del inspector Nagoshi, hemos sido engañados. Cuando digo un uso inteligente de flashbacks, me refiero a que en películas más estereotípicas del género, los flashbacks se usan como prueba definitiva y fiable, o que al menos ayudan a confirmar, de algo que ha acontecido en el pasado. Es una pena que para el final de la cinta, Morita recurre a este último tipo de flashbacks, descartando cualquier tipo de ambigüedad.

Está claro que Morita quiere librar a Shibata de cualquier responsabilidad en los asesinatos y que simpatiza con su cruzada contra el sistema legal japonés. O sea, que el resultado del asesinato de Hatada fue en defensa propia y que su mujer ya estaba muerta, ¿y quién la había asesinado?. No, no lo digo pero a mi entender no es demasiado convincente. A pesar de un final un poco flojo KEIHO nunca aburre y ,por momentos, es bastante impactante.

Definitivamente, KEIHO no es una película para psiquiatras, les herirá su ego.

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©Joaquín da Silva, 2004