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Madadayo

Año:
1993
Director:
Akira Kurosawa
Intérpretes:
Tatsuo Matsumura
Kyoko Kagawa
Hisashi Igawa
Joji Tokoro
Masayuki Yui
Akira Terao

En 1943, en medio de la segunda guerra mundial, el profesor Hyakken Uchida deja su puesto en la universidad para concentrarse en su carrera literaria. Sus antiguos alumnos no lo han olvidado y continuamente se pasan por su casa y acabando por entablar una amistad muy profunda. Cada año organizan una fiesta de cumpleaños en honor del profesor a la que llaman fiesta Mahda-kai. Cuando la casa del profesor es destruida durante un ataque aéreo, Uchida y su mujer se mudan a un pequeña cabaña donde continuarán viviendo felizmente y recibiendo las visitas de los alumnos. Éstos, al final, deciden construir otra casa para su querido profesor.
Con MADADAYO, su última largometraje, basado en los libros del propio Hyakken Uchida, Akira Kurosawa alcanza la cima de uno de sus temas más constantes y queridos: la relación entre mentor y pupilos. Sin embargo, este trabajo resulta bastante inconsistente en partes y cae en el sentimentalismo. Como con DODESUKADEN, MADADAYO se compone de una colección de anécdotas y de ahí procede esta inconsistencia. Pero quizá su mayor problema sea su falta de sutileza y ambigüedad.

El personaje de Uchida es, sin duda alguna para los estudiantes, un hombre extraordinario. Así lo demuestra Kurosawa, obviamente identificado con este personaje, quien no escatima ningún momento en donde el profesor es elogiado por sus alumnos, quienes repetidamente recuerdan a su profesor la gran persona que es hasta tal punto que da incluso vergüenza seguir escuchando tal lluvia de halagos. Esta situación alcanza su momento más absurdo en la historia de la pérdida de Nora, la gata del profesor. En un principio, los dos alumnos más cercanos a Uchida se encuentran un poco confundidos por las muestras de cariño tan efusas del profesor por el felino. Pero más adelante se ponen de acuerdo en que tal es intensidad y profundidad de los sentimientos del profesor que no llegan a comprenderlo del todo. Dicho ésto y con todas las cualidades que el profesor posee, Kurosawa no ha sido capaz de mostrar de una forma convincente el por qué de la devoción sin límites de los alumnos por su profesor. Sin una buena exposición de los oríigenes de esta devoción, ésta aparece forzada. De la misma manera, aunque el largometraje posee ciertos momentos cómicos originales, otros están lejos de provocar una sonrisa. De hecho, da la impresión de que los únicos que parecen disfrutar de las bromas y los trucos del profesor son los mismos personajes de la historia, sobre todo en la escena en la que el profesor tiene una ingeniosa idea para mantener a ladrones alejados de su vivienda.

A pesar de todos estos comentarios negativos, Kurosawa construye varias escenas de una forma extraordinaria. La primera de ellas ocurre durante la primera fiesta en honor de Uchida. Kurosawa saca a relucir su habilidad en el montaje logrando mantener el interés y humor en esta escena, la cual dura casi media hora. El final de la misma es asombroso. En una especie de duelo, los alumnos le gritan al profesor "¿Mahda-kai?" (¿todavía no?, lo que en este caso quiere decir literalmente: ¿todavía no estás listo para morir?) a lo que el profesor responde "¡Madadayo!" (No, todavía no). Esta muestra de energía contrasta claramente con la última de las celebraciones donde el profesor, ya viejo, todavía trata de desafiar a la muerte.

Otro momento absolutamente maravilloso ocurre durante la secuencia en donde el profesor y su mujer (la magnífica Kyoko Kawada, protagonista en innumerables películas de Kurosawa), contemplan desde su casita, el paso de las estaciones del año. Ya que la producción de MADADAYO duró más de un año, la secuencia se rodó en exteriores mostrando el auténtico cambio de estaciones. Muchas de las bromas y juegos de palabras pertenecen a la comedia Rakugo (comedia tradicional japonesa donde el narrador viste un kimono y se sienta en un zabuton o cojín japonés). Por supuesto, las bromas serán mucho mejor apreciadas si uno entiende japonés. Por ejemplo, al lado de su tercera casa, el profesor ha construido una especie de templo. A la entrada del temple ha colgado un letrero donde dice Kinkakuji (templo dorado), como el famoso templo de Kioto, pero en realidad los caracteres escritos quieren decir "prohibido, invitados inoportunos" . Una excepción a la falta de sutileza de la que hablaba al principio, ocurre durante la fiesta de inauguración de su primera casa. Mientras el profesor y sus alumnos se encuentran cantando, la escena se traslada fuera de la casa. Luego oímos el sonido de sirenas antiaéreas y vemos las luces de la calle apagarse, mientras tanto, el canto continua dentro de la casa. En este corte tan simple descubrimos la intensa amistad entre estos hombres, tan fuerte que les hace olvidar por completo la guerra que se estaba librando en esos momentos.

Lo más conmovedor y patético al mismo tiempo de MADADAYO, es que refleja el deseo del propio Kurosawa para ser reverenciado por sus seguidores, de la misma manera que Uchida lo es por sus alumnos. MADADAYO no se encuentra entre lo mejor del maestro japonés pero esto tampoco importa mucho. La trayectoria profesional, la variedad y calidad de sus trabajos no tienen comparación en el mundo del cine. Para muchos, Kurosawa sigue y seguirá siendo el Tenno o emperador del cine.

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©Joaquín da Silva, 2003