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Nine Souls

Año:
(2003)
Director:
Toshiaki Toyoda
Intérpretes:
Yoshio Harada
Ryuhei Matsuda
Koji Chihara
Onimaru
Itsuji Itao
Kee
Mame Yamada
Takuji Suzuki
Genta Dairaku

Nueve convictos (las nueve almas del título) se fugan de la cárcel para ir en busca del botín de dinero falso que su compañero de celda (la décima alma, personaje interpretado por Jun Kunimura, AUDITION) había escondido en una escuela cercana al monte Fuji. Los fugados son Torakichi (Yoshio Harada), el mayor de ellos y autoproclamado líder del grupo, en prisión por haber asesinado a su propio hijo, Kazuma (Koji Chihara), antiguo bosozoku (banda de motoristas), quien había apuñalado a cuatro miembros de su propio banda, Inui (Takuji Suzuki), un experto en explosivos epiléptico, el doctor enano Shiratori (Mame Yamada), encarcelado por practicar eutanasias, Michiru (Ryuhei Matsuda), quien asesinó a su propio padre, el fuertote Ushiyama (Genta Dairaku), en la cárcel por asesinar a 10 de sus compañeros de clase, el antiguo chinpira Shishido (Onimaru), criado en un orfanato, el camello Kiyoshi (Kee) y el actor pornográfico Fujio (Itsuji Itao), encarcelado por asesinar al amante de su novia. Después de robar una furgoneta, con el lema "el agujero de la suerte" en los laterales, se ponen en dirección de la escuela. Una vez allí, descubren que lo del botín sólo había sido una patraña. En una caja tan sólo encuentran unos dibujos y una llave de plástico con la que se queda Michiru. Con el sueño del dinero hecho pedazos, lo único que les queda por hacer es intentar recuperar las vidas que dejaron antes de ingresar en prisión y, de esta manera, uno a uno se van separando del grupo.

NINE SOULS parece ser una continuación de BLUE SPRING (los actores Ryuhei Matsuda, Onimaru, Kee, Mame Yamada y Genta Dairaku ya habían aparecido en ella), anterior trabajo del director Toshiaki Toyoda. Ambas películas se desarrollan en instituciones japonesas represivas en las que todo el mundo debe de llevar un uniforme. En BLUE SPRING, la única salida de muchos estudiantes es el crimen, por lo tanto, sólo es lo'gico que la historia de NINE SOULS comience en una prisión, aun cuando las edades de los protagonistas varían considerablemente. En los dos filmes, Toyoda nos presenta, en cámara lenta y con música rock acompañando las imágenes, sus personajes principales. En NINE SOULS, sin embargo, los protagonistas logran escapar de este sistema represivo sólo para encontrarse con una sociedad que no los acepta o no puede perdonar sus crímenes. De nuevo, aunque suene un poco a cliché, vemos como estos mismos personajes son incapaces de escapar de su pasado con el que finalmente tienen que confrontarse, con resultados trágicos y muy violentos. Por otro lado, NINE SOULS ilustra una vez más la crisis de identidad del hombre en Japón y dentro de este tema, y como ya aconteciera en BRIGHT FUTURE, la tensa relación entre padre e hijo. Toyoda, muestra, de una manera un tanto obvia pero que tiene cierto encanto, la relación de amor y odio entre Torakichi, quien había asesinado a su propio hijo, y el parricida Michiru como polos opuestos del grupo, y la fuente principal de los conflictos que surgen dentro del mismo, pero que a su vez se necesitan.

Sin embargo, el mayor interés de NINE SOULS reside en su primera hora. El film comienza con una toma aérea de Tokio absolutamente alucinante en donde, poco a poco, a medida que sobrevuela sobre la área de Shinjuku, casi rozando las torres del ayuntamiento, vemos como diferentes partes de la ciudad van desvaneciendo del panorama hasta que sólo queda en pie la torre de Tokio.Esta imagen se funde luego con el rostro, en primer plano, de Michiru , quien se encuentra mirando por la ventana de su habitación, donde llevaba encerrado varios años (hikikomori), creando en su mente su visión personal de Tokio y Japón en general, justo antes de asesinar a su padre. Pocas imágenes en el cine contemporáneo japonés han sido tan ilustrativas de la sensación de vacío y desolación de la sociedad japonesa del momento. A partir de aquí, NINE SOULS toma un tono cómico absurdo, con algunos toques surrealistas que harán las delicias, sobre todo, del público masculino (como la violación múltiple de un carnero, confundido por una oveja, cuando los fugitivos se disfrazan de mujeres o cuando el burdel "El agujero de la suerte" aparece de repente en el medio de un campo de arroz).

Luego, a medida que los miembros del grupo se van dispersando, el tono de la película se vuelve más dramático y, desgraciademente, es incapaz de evitar caer en ciertos clichés (la mujer como refugio y elemento redentor de muchos). Esta pérdida final de ideas en el guión se ve compensada por una puesta en escena excelente, una cinematografía soberbia y la buena interpretación del elenco de actores, en especial de carismático Harada, quien se apodera de la pantalla cada que aparece.

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©Joaquín da Silva, 2003