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The Pornographers

Título original:
Jinruigaku Nyumon
Año:
(1966)
Director:
Shohei Imamura
Intérpretes:
shoichi Ozawa
Sumiko Sakamato
Keiko Sawada
Masaomi Kondo
Ichiro Sugai

Subu Ogata (Shoichi Ozawa) no es el típico padre de familia, ni su familia es la típica familia. Subu dice a todo el mundo que se gana la vida vendiendo artículos de medicina pero a lo que realmente se dedica es a hacer películas porno y vender afrodisiacos y, de vez en cuando, concertar encuentros entre hombres de negocios, sexualmente frustados, y vírgenes impostoras. Ogata ni siquiera está casado, sino que mantiene una relación con Haru (Sumiko Sakamoto), su casera y dueña de una peluquería. Haru es viuda y tiene dos hijos. Koichi (Masaomi Kondo), un estudiante de bachiller, holgazán, avaricioso y que abusa de la generosidad de Ogata y se aprovecha de la relación, más que maternal, con su madre (con la que de vez en cuando se acuesta para entrar en calor, con el propio Subu en la misma cama) para obtener lo que desea y Keiko (Keiko Sagawa), una adolescente que está abriendo el apetito sexual de Ogata. Por otro lado, Haru cree que su difunto marido se ha reencarnado en una carpa que mantiene en casa y que, según ella, nació el mismo día que falleció su marido. La presencia de la carpa hace imposible el matrimonio entre ella y Ogata ya que provocaría la ira del marido/carpa, a quien Haru prometió no volver a casarse de nuevo. Mientras tanto, las películas de Ogata han llamado la atención de la mafia local. Ésta se hace con un buen lote de ellas por una miseria. Al mismo tiempo, Haru cae enferma y es ingresada en un hospital, quizá ésto no sea más que una enfermedad psicosomática, una combinación de culpabilidad por su infelidad y de represión sexual, y Ogata es arrestado por la policía. A partir de aquí, la relación de Ogata con la familia no hace más que empeorar y pierde el poco respeto que ya tenía.

Fue en 1999, durante la retrospectiva que el NFT de Londres organizó del director Shohei Imamura, cuando descubrí un nuevo maestro del cine japonés. Antes de ese momento, sólo había visto LA BALADA DE NARAYAMA, otra obra maestra, quizá su última hasta el momento, de este genial director. El nombre de Imamura se ha dado a conocer recientemente por dos de sus últimos trabajos (LA ANGUILA y AGUA TIBIA BAJO UN PUENTE ROJO) pero aun queda por descubrir sus mejores trabajos de la década de los sesenta.

THE PORNOGRAPHERS, cuyo título original es Una introducción a la Antropología, está basada en una novela muy polémica de Akiyuki Nosaka (también autor de La Tumba de las Luciérnagas que el Estudio Ghibli la adaptaría en un animé para la pantalla grande), y suposo el primer trabajo de Imamura con su propia productora independiente (Imamura Productions).

Imamura ha dicho que está interesado en la relación entre "la parte baja del cuerpo humano y la parte baja de la estructura social". THE PORNOGRAPHERS es un buen ejemplo de este interés. Para no llevar al engaño a algunas mentes calenturientas, hay que decir que, si bien el largometraje se compone primordialmente de temas como el incesto (tabú que percorre gran parte de la filmografía del realizador), la pornografía, la prostitución, la masturbación, orgías y demás sexo bizarro, hay poca desnudez y poco sexo en pantalla, por no decir ninguno. Tras aclarar este punto, sólo cabe decir que estamos ante una obra maestra del cine japonés. Pero ante todo, THE PORNOGRAPHERS es una comedia divertidísima que se burla de ciertos tabúes que se pueden encontrar no sólo en la sociedad japonesa pero en la sociedad en general.

Imamura pone a relucir la represión sexual y la hipocresía de esta sociedad ante temas relacionados con el sexo. Imamura raramente juzga a sus personajes. Simplemente los presenta con cualidades buenas y malas, limpios y sucios, honestos y avariciosos. Así, la filosofía de Subu es que todo el mundo, sea un presidente de una compañía o jefe de policía, vive para comer y follar. Para él no tiene sentido vivir si no se puede hacer eso. Según Subu, su trabajo ha pasado de ser un simple negocio, el cual tampoco da mucho dinero, a una especie de institución de beneficiencia donde cumple con un deber cívico. Subu vende sus productos a hombres de negocios que han trabajado y competido tan duro que cuando alcanzan la mediana edad están destrozados. En una escena, vemos a Subu vendiendo su material a hombres de negocios en la sala de reuniones de su compañía. Más tarde, cuando la familia descubre su negocio, Keiko, quien al principio lo consideraba un hombre honesto y trabajador, ahora lo llama escoria. Subu le responde que aunque sea escoria o un obsceno también es un ser humano. Si no fuera por él, mucha gente sufriría y que si está metido en negocios turbios, por lo menos es un hombre sincero. Burócratas y hombres de negocios (las dos clases sociales que definen los parámetros éticos y sociales de la sociedad japonesa y a quienes Imamura constantemente acusa de hipócritas), Subu continua, se dedican a cosas más sucias.

En THE PORNOGRAPHERS podemos disfrutar de escenas clásicas como en la que, durante un rodaje de uno de sus pelis, Subu y sus compinches se hacen con los servicios de una joven y su acompañante, un viejo de 60 y pico años. La joven, vistiendo el uniforme del colegio que Subu había tomado prestado de Keiko, tiene que ser violada por el viejo, quien interpreta a un ladrón. Subu y sus compinches se encuentran con que la joven es una deficiente mental y que el viejo es de hecho su propio padre. O que decir de la escena en la que un hombre de negocios, también sesentón, pide a Subu que le procure una virgen. El viejo se lamenta de que no fue el primer hombre para su esposa. Durante los últimos 40 años, dice, lleva consigo un sentimiento de que se ha estado tirando a una mujer de segunda mano.

THE PORNOGRAPHERS también es un buen ejemplo del estilo visual del director. A lo largo de su carrera, Imamura ha utilizado dos tipos de composiciones: hikisoto (desde fuera) y hikuichi (desde dentro). La composición hikisoto es la que más abunda en THE PORNOGRAPHERS. Las escenas son rodadas generalmente a través de puertas, ventanas, shoji (puerta corredizas) e incluso a través del tanque de agua donde nada la carpa (¿el marido espiando a su mujer?) y, de vez en cuando, objetos aparecen colocados entre la cámara y los personajes. Este tipo de composición visual no sólo hace de THE PORNOGRAPHERS una experiencia voyerista pero también parece encapsular, o encarcerlar, a los personajes dentro de sus represiones sexuales. Subu trata de alcanzar un estado de libertad a través del sexo. Tras la muerte de Haru, y decepcionado con films porno, se dedica a organizar orgías pero no producen el efecto liberador deseado. En sus propias palabras, Subu está seco, o sea, que no se le empalma. La relación con Keiko tampoco fructifica ya que ésta le piensa cobrar por sus favores sexuales. Al final, después de un par de años, parece haber encontrado este espíritu libre fabricando muñecas, mujeres que no se quejan y no te traicionan, con pelo real que consigue de la peluquería que ahora dirige Keiko.

La narrativa de THE PORNOGRAPHERS es compleja. Imamura inserta escenas oníricas y flashbacks en diversos puntos de la historia sin ningún tipo de corte aparente. Por ejemplo, uno, al final, tiene la impresión de que la historia de la carpa es real. Cuando Haru muere y Subu tira la carpa al canal, Imamura muestra dos carpas en el fondo del canal mientras escuchamos la voz en off de Haru leyendo su testamento. THE PORNOGRAPHERS parece adoptar el formato de una película dentro de otra. Después de haber filmado un corto porno, vemos a Sugu y sus dos ayudantes, Banteki y Kabo, en una sala de montaje mirando la película que habían acabado de rodar. De pronto, en la pantalla aparece la carpa y una toma exterior de la casa de Sugu. El formato de 8 milímetros del corto se expande a un formato panorámico y la historia principal da comienzo. Al final de ésta volvemos a la sala de montaje donde Banteki le pregunta a Sugu si entiende al hombre haciendo muñecas (él mismo), Sugu responde que no. De ahí pasan a ver otra película.

Una de las cosas que también sale a relucir en este film es la naturalidad de los personajes, todos gente de Osaka (osaka-jin) de pura cepa. Todo el reparto es excelente, un reparto que incluye a gente tan conocida como Ganjiro Nakamura (actor de kabuki, así como protagonista en varios trabajos de Yasujiro Ozu o Kon Ichikawa entre otros, perteneciente a una de las familias de actores de kabuki más respetadas de Japón) interpretando al hombre de negocios en busca de una virgen. Y no nos olvidemos de la excelente música de Toshiro Mayuzumi.

Ya para terminar sólo me queda pedir disculpas a aquellos que sientan que he revelado demasiada información sobre el largometraje pero no me podido contener, tal es la admiración que siento por este trabajo y su realizador. Aun después de haberla visto 4 veces no me he cansado de ella, es más, cada vez me gusta más y descubro cosas nuevas. Para mí es una de las obras más grandes del cine japonés y me he reafirmo en que Imamura es uno de los directores más grandes del cine japonés.

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©Joaquín da Silva, 2003