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Festival de Cine del Lejano Oriente de Udine 2003
(24 Abril/ 1 Mayo)




Teatro Nuovo Giovanni da Udine


El quinto certamen del Far East Film Festival de Udine abría con la ausencia de la mayoría de los invitados de Hong Kong y China a causa del brote del Síndrome de Neumonía Atípica en esa región asiática. Con unas pocas excepciones, el evento no nos ha ofrecido, una vez más, una gran selección de películas en cuanto a calidad se refiere y con respeto a la valoración de los largometrajes vistos en los últimos cuatro días del evento. Claro está, el propósito del festival, como el mismo Stephen Cremin, asesor principal del festival, me comentaba no es el de exhibir la misma clase de trabajos que otros certámenes europeos ofrecen. Cremin reconocía que muchas de las películas proyectadas, con especial referencia a aquellas de Hong Kong o China, son de dudosa calidad artística. Algunas en particular, como Red Snow, la cual guarda muchas silimitudes con el exitazo japonés Whiteout, o The Stewardess están destinadas al mercado del vídeo o DVD directo en el extranjero e incluso en su país de origen si no fuera por festivales como el de Udine (en estos momentos el ICA de Londres tiene en cartel este último film y todo parece apuntar a que recaudará más dinero que cuando se estreno en Hong-Kong).

El festival de Udine emerge ante las dificultades de crear un festival que pueda competir con el de Rotterdam, Berlín o Venecia en su propio terreno. Udine también representa una alternativa a la actitud monopolizadora de algunos críticos europeos en cuanto a la selección y proyección de películas asiáticas en el viejo continente. El nombre del crítico británico Tony Rayns (organizador de las secciones asiáticas de festivales como el de Vancouver, Hong Kong, Londres y Rotterdam) resonó en varias ocasiones. La ubicación geográfica de la misma ciudad de Udine tampoco es la más ideal para competir con las ciudades de Venecia, a una hora de Udine, Cannes o Londres. Debido a su carácter más popular, el Far East Film Festival siempre ha tenido dificultades en atraer una cobertura periodística amplia. De esta manera, el FEFF representa un escaparate para dar a conocer al público extranjero las preferencias de las audiencias asiáticas en cuanto a sus propias películas se refiere (la excepción quizás fuera la mencionada The Stewardess). Muchas de las películas proyectadas durante el festival tendrían bastantes dificultades en ser exhibidas en el extranjero sin crear confusiones o problemas de interpretación al público desconocedor de aquellas culturas. Dos ejemplos son las sur-coreanas Bet Me on my Disco o Conduct Zero, las cuales rezuman de nostalgia por las décadas de los setenta y ochenta respectivamente, usando la música popular del momento y sus diferentes modas y culturas populares como telón de fondo.

Cremin me comentaba como los organizadores del festival se están planteando extender las funciones del evento. Así, compañías productoras y distribuidoras podrían pasar a formar parte de la lista de invitados en futuras ediciones del FEFF. Por lo tanto, el festival, más que un escaparate que refleje los gustos asiáticos, también serviría como reclamo publicitario y espónsor para una posible distribución del cine popular asiático en Europa. No obstante, todo el mundo sabe que la selección actual de películas no ofrece muchas esperanzas para capturar el interés de distribuidores potenciales. Por otro lado, si los organizadores del festival optaran por una mejora en la calidad de los largometrajes proyectados, el certamen perdería ese carácter popular con el que inició su andadura. Habrá que esperar a ver lo que el futuro nos depara.

Hideyuki Hirayama


Teruo Ishii

Poco voy a comentar en este apartado acerca de las películas que pude ver. Sus críticas aparecerán en las próximas actualizaciones. De la misma manera, las conversaciones con Teruo Ishii o Hideyuki Hirayama serán analizadas en detalle en futuras secciones. Con respecto a estos dos directores fue una verdadera pena el no poder ver más de sus trabajos. En general, sigue dando la impresión, a pesar de lo que los críticos locales comentan, que el cine asiático sigue en buena forma. Calidad aparte, muchas de las películas exhibidas han sido los primeros trabajos de sus directores respectivos, notablemente en la sección china. De nuevo, Corea del Sur ha aportado el mayor número de largometrajes (11 en total). Curiosamente, Japón con una producción anual (293 películas japonesas fueron estrenadas en 2002, la mayoría de ellas producciones independientes) superior a la de Corea del Sur (77 en 2002) o Hong-Kong (92 en 2002), estaba representada por sólo 8 películas, si excluimos las retrospectivas de los ya mencionados directores. La razón es muy sencilla, su superior producción supone una dificultad extra para los organizadores a la hora de elegir el programa ya que las opciones son mucho mayores.

De la retrospectiva de la llamada época dorada del cine coreano de los setenta sólo tuve la oportunidad de ver dos ejemplos, The Evil Stairs y The Student Boarder, bastante decepcionantes por cierto. Quizá sea un poco injusto el dudar del término época dorada a raíz de sólo dos filmes de los siete proyectados en total. También sería injusto hacer cualquier tipo de comparaciones con el nivel, muy superior, de por ejemplo la llamada época dorada del cine japonés de los cincuenta. De todas formas, seria muy interesante el conocer exactamente cuando se acuñó este término para denominar al cine de los sesenta. No cabe duda de que el cine coreano actual está atravesando un buen momento de forma y quizá éste sea uno de los motivos por los cuales la retrospectiva se ha llevado a cabo: aprovechar el éxito del cine contemporáneo para ayudar la introducción y redescubrimiento de un casi olvidado repertorio de películas de los años sesenta. La inclusión de la retrospectiva da que pensar si no se trata de un intento, por parte de sus organizadores, de consolidar una identidad definitivamente coreana a través de un cine nacional propio (como es el caso de Hong-Kong, Japón y, recientemente, Taiwan).


Sin duda alguna, lo más destacado del festival fueron las charlas con los organizadores e invitados del mismo. El certamen de Udine es tan relajado e informal que te puedes cruzar con alguien de la talla de un Teruo Ishii y tener una conversación amigable durante unos minutos. Con Hirayama fueron dos, la segunda bastante extensa que tomó lugar durante la última noche del evento. También merece una especial mención el encuentro con invitados españoles como Ricardo, fundador de la página de cine de terror y asiático Hellnation, Nuria y Alejandra.
Tal como están las cosas, el FEFF de Udine sigue siendo una ráfaga de aire fresco al esnobismo de festivales como Cannes, Venecia o Londres.

No podemos finalizar este reportaje sin hablar de la magnífica gastronomía que la zona de Udine ofrece al turista. Uno no puedo dejar Udine sin tomarse una buena pizza con jamón (prosciutto) de San Danielle, un manjar de la región de Friuli-Venezia Giulia. No muy lejos del teatro donde reside el festival se encuentran un par de restaurantes con interesantes y muy asequibles menús como por ejemplo Il Trombone (con un 10% de descuento para los invitados del festival). Pero una vez más, el sitio para almorzar sigue siendo Tomaso y sus gnocchi caseros con ragú. También hay que destacar su carne de caballo asada con rucolla y queso parmesano. Para digerir todo esto no hay nada mejor que un Merlot tinto o Tocati blanco de la región. Hasta el próximo año.

Reseñas de películas

The Way Home (Lee Jeong-hyang)

Out (Hirayama Hideyuki)

Conduct Zero (Cho Keun-shik)

Horror of the Malformed Men (Teruo Ishii)

Dark Water (Hideo Nakata)

New Blood (Soi Cheang)

Ju-On: The Grudge (Takashi Shimizu)

Shangri-La (Takashi Miike)

The Stewardess (Sam Leong)

PTU (Johnnie To)

Bet On My Disco (Kim Dong-won)

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©Joaquín da Silva, 2003