Boys on the Run

Tanishi (Kazunobu Mineta) acaba de cumplir 29 años. Para celebrarlo solicita los servicios de una operadora de teleclub para que le cante feliz cumpleaños. Sin nada que hacer, concierta una cita en un love hotel con la operadora que acabará de manera desastrosa. Tan desastrosa como su vida en general, aún virgen, viviendo con sus padres y visionando AV para satisfacer su libido. Tanishi trabaja para la empresa de juguetes Saiba, reponiendo máquinas Gachapon o Gachagacha (máquinas de bolas de plástico con pequeños jugetes dentro) en la competitiva zona de Akihabara. Aquí se hace amigo de Aoyama (Ryuhei Matsuda), un empleado de la compañía rival Mammoth. Aoyama le ayudará a concertar una cita con Chiharu (Mei Kurokawa), una compañera de trabajo de Tanishi, tras haberse intercambiado, sin recordar muy bien cómo, sus correos electrónicos durante una cena de empresa. Sin embargo, la generosidad de Aoyama no tiene nada de sincera y la masturbación que le proporciona Shiho (YOU), compañera de piso de Chiharu y trabajadora del soapland, no harán más que desastabilizar la naciente relación entre Chiharu y Tanishi.

Adaptado del manga de Kengo Hanazawa, el director de teatro Daisuke Miura firma su primer aventura cinematogáfica con absoluta confianza y honestidad. BOYS ON THE RUN es básicamente una historia de jun-ai o amor puro, muy en voga en el reciente cine japonés juvenil, pero con muy diferentes registros emotivos, no aptos para aficionados de ídolos del J-pop. Así tenemos a Tanishi quien, tras su encuentro con Miharu, sufre una pequeña transformación, y pasa de un ser patético, algunos hasta lo calificarían de repulsivo, a algo menos. Kazunobu Mineta, cantante del grupo de punk-rock Ging Nang Boyz, encarna maravillosamente a un personaje indeseable e indeseado, guarro e inútil por quien poco a poco empezamos a sentir cierta simpatía y a reconecer su humanidad y sinceridad. En él podemos ver encarnada la versión masculina de los perros perdedores o makeinu (término creado por la periodista Junko Sakai en su libro Makeinu no Toboe (El Aullido de los Perros Perdedores), de los kimochi warui (los repugnantes y desagradables), los kakkoarui (los horteras) y los motenai (los que no se comen una rosca). A pesar de sus aparentes deficiencias, y de que los elementos parecen estar jugando en su contra, su amor por Miharu es real y puro y su esfuerzo hacia un cambio, a pesar de que no finaliza con los resultados esperados, es reconocido e incluso apoyado por sus compañeros de trabajo, quienes hasta ese momento apenas le habían prestado ninguna intención.

Es curioso que el montaje inicial de la cinta de Satoshi Miki INSTANT NUMA (título en inglés Instant Swamp) se haga referencia a correr como el mensaje que proyectan muchas películas independientes, aunque en realidad no funcione en la vida real, "pero a quien le importa," continúa la narración de su protagonista Kumiko Aso, "¡CORRE!. Y ese momento llega al final del largometraje, pero precediéndolo y también al pequeño homenaje a TAXI DRIVER, hemos disfrutado de uno de los títulos del año, bueno, para quienes no les importe una historia de amor contada de forma cruda, con momentos tiernos eso sí, sazonada con escenas de mastubarciones, felaciones o conversaciones sobre muñequitas eróticas. Dicho esto, algunas de las situaciones escabrosas en las cae Tanishi, como por ejemplo la arriba mencionada escena en la habitación de Chiho, personaje interpretado por una magnífica (YOU), talento convertida a actriz, quien también tuvo una interpretación destacable en ARUITEMO, ARUITEMO (Still Walking de Hirokazu Koreeda), muestran buenas dosis de comedia absurda. Otro que ha dado el salto a la pantalla es el novelista Lily Franky, quien tras protagonizar la alabada GURURI NO KOTO (All Around Us, de Ryosuke Hashiguchi), en BOYS ON THE RUN interpreta al callado pero comprensivo director de la compañía donde trabaja Tanishi.

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©Joaquín da Silva
Fecha de Publicación: 3/05/2010