Año:
(2005)Director:
Akihiko ShiotaIntérpretes:
Hoshi IshidaMitsuki Tanimura
Ryo
Hideyoshi Nishijima
Miyako Koda
Tsugumi
Kenji Mizuhashi
Masahiro Toda
Toru Shinagawa
Yukiko Inoue
Koichi (Hoshi Ishida) es un chico de 12 años a quien su madre (Miyako Koda) había ingresado, junto con su hermana pequeña, en el culto religioso Nirvana. Tras el asesinato de varias personas por parte de un grupo de miembros de Nirvana del que la madre de Koichi formaba parte, la policía asalta las instalaciones del culto y desbanda el grupo, el cual es consecuentemente deslegalizado. Koichi es internado en un centro de acogida de menores en la región Kansai y su hermana se queda al cuidado del abuelo materno (Toru Shinagawa) que vive en Tokio. El abuelo se niega a aceptar la tutela de Koichi porque cree que este último todavía sigue aferrado a las creencias del culto. Koichi se fuga de la institución de menores y se pone de camino a Tokio para recoger a su hermana. Tras una caminata por un bosque, Koichi salta a una carretera comarcal en el mismo momento en que pasa un coche. La repentina aparición del muchacho en la carretera hace que el conductor de un volantazo al coche y se vaya a la cuneta y vuelque. En en ese mismo coche viaja Yuki (Mitsuki Tanimura), una chica de también 12 años maltratada por su padre y que está envuelta en enjo kosai (prostitución de menores, el conductor de hecho era uno de sus clientes). Yuki se une a Koichi y juntos prosiguen la marcha hacia Tokio. Su relación sin embargo no será del todo fácil sobre todo por Koichi sigue profundamente marcado por la indoctrinación recibida en el culto Nirvana.
La inspiración de KANARIA (ítulo en inglés Canary) es obvia: el ataque del metro de Tokio con gas sarín el 20 de marzo de 1995 por parte de varios miembros del culto religioso Aum Shinrikyo, causando la muerte inmediata de 12 personas e hiriendo a más de 4000. En los últimos años varios largometrajes han tomado este incidente como fuente de inspiración y lo han tranformado en una obra ficticia como 
El director de KANARIA, Akihiko Shiota ha comentado como con este film pretende ilustrar la forma en la que los adultos utilizan a los niños de la misma manera en la que la policía utilizó a los canarios. Estos niños forman parte de una especie de experimento en la que son emplazados al frente de la sociedad para comprobar el terreno. Shiota muestra como estos jóvenes carecen de cualquier tipo de guía moral o social y como deben procurarse su propio código de valores, como prácticamente le dice Akira (Hideyoshi Nishijima), un ex-miembro del grupo, al final del largometraje (Shiota ha declarado en otra ocasión como en la sociedad japonesa el bien y el mal son dos valores muy ambiguos simplemente porque los padres no enseñan a sus hijos lo que está bien y lo que está mal). Aun cuando son instruidos o indoctrinados con un código moral como en el caso de Yoichi, áquel no es aplicable en el mundo real. Yoichi pretende caminar hasta Tokio ya que no tiene dinero y desaprueba la sugerencia de Yuki de obtener dinero de forma ilegal. Las enseñanzas del culto contrastan claramente con las necesidades del mundo real. Por otro lado, Yuki señala a Yoichi las contradicciones de las enseñanza del grupo, las cuales probihen el hurto pero si embargo parecen justicar el asesinato de personas. Ante la oposición de Yoichi, esa misma noche Yuki duerme con un cliente, un anciano solitario, a quien le dice que si la toca deberá pagar más. Por su parte, Yuki, aunque mas instruida en las realidades del mundo aparece como un poco ingenua ya por ejemplo asume que alguna gente estará dispuesta a pagar varios miles de yenes por simplemente dar un viajecito en un coche como en lo ocurrido en la escena inicial del film. De hecho Yuki, es salvada de ser violada gracias a la providencial apararición de Yoichi
En las siguientes líneas trataré no ser demasiado negativo sobre un film que ha sido clasificado, posición a la que me uno, por los críticos de cine locales como uno de los mejores del último año. Y es que Shiota explora un tema, como en de las familias rotas, que no es nada novedoso. Tomad casi cualquier film japonés contempóraneo y podremos descubrir que está habitado por personajes pertenecientes a familias disfuncionales. Afortunadamente, Shiota le consigue inyectar a este tema un elemento narrativo original y controvertido como es el de los cultos religiosos. De la misma manera, Shiota ha contado con las soberbias interpretaciones del joven dúo protagonista (con Mitsuki Tanimura en su primer papel para la gran pantalla) que compensan más que suficientemente los pequeños momentos en los que el film parecer estar predicando casi en un tono moralista. Por otro lado, a los flashbacks de Yoichi recordando su periodo de indoctrinación y su rechazo a tomar la comida medio podrida que se le ofrece y su posterior castigo por este acto de rebeldía a mí me hubiera gustado ver añadidos los motivos por los que una persona decide dejarlo todo y se une a este tipo de organizaciones como el caso de su madre. Pero bien pensado esto tampoco encajaría dentro de una historia que gira en torno a un chico traicionado por los adultos, forzado a entrar en un culto religioso y a buscarse la vida por sí solo y crear su propio código de valores. El tono negativo de todo el largometraje se ve compensado por un rayo de esperanza al final donde se nos sugiera la creación de una familia alternativa.